Por José Mª Álvarez Blanco
HERNÁN GONZÁLEZ DE
LA TORRE. De este indiano, que hizo una gran fortuna en el Perú, me voy a limitar a
transcribir la biografía más completa de las encontradas. Dice así:
Natural de Guadalcanal en Sevilla. Militó desde 1535,
ayudó a D. Francisco Pizarro en el sangriento sitio que Titu Yupanqui puso a la
ciudad de Lima cuando el levantamiento general de aquel año; y fue uno de los
que marcharon a socorrer la ciudad de Cuzco.
En las disensiones con D. Diego de Almagro, mereció le
hiciese confianzas dicho gobernador, en cuya casa se hallaba el día en que le
dieron muerte los amotinados que capitaneó Juan de Rada. Pasó González a
Trujillo a recibir al Gobernador licenciado Vaca de Castro, y estuvo en él en
la batalla de Chapas que ganó a Diego de Almagro el hijo. Después sirvió al rey
en el ejército que comandó el gobernador D. Pedro de la Gasca , concurriendo a la
batalla de Sacsahuana; por último en 1554 asistió a la campaña contra la
rebelión que acaudilló D. Francisco Hernández Girón. González se hizo célebre
más que por sus servicios por haber consumido gran parte de su mucha riqueza en
proteger al Convento de San Agustín en Lima y engrandecer su templo. Contrajo
matrimonio en sus ciudad con Dª Juana Cepeda y Villarroel, persona muy
principal que vino de España con sus tío el comisario de la orden Seráfica Fr.
Francisco Vitoria. En el mismo buque es que hizo el viaje, trató al padre
Agustín de la
Santísima Trinidad que era precursor de los agustinos, y
quien le ofreció que le apoyaría y auxiliaría en su comisión de procurar
establecer en Lima Iglesia y casa para los de su orden.
D. Hernán González tomó decidido interés es que su esposa
llenará su compromiso y prometió ir más adelante como luego diremos. Dª Juana
dio una casa inmediata a la suya para que se colocase la imagen de Nuestra
Señora de Gracia y viviese Fr. Agustín. Luego que llegó Fr. Andrés de Salazar
con otros once religiosos en mayo de 1551, los alojó Hernán González y les
acudió con cuanto necesitaron. El y Dª Juana fundaron dos capellanías, una para
el culto de la virgen, y otra para pedir la conversión de los indios.
Proporcionaron dinero en abundancia, materiales, preseas, y adornos valiosos
para que se edificase la iglesia y el convento, e impusieron capitales con cuyo
producto lo rentaron, siendo su casa por largos años la enfermería y la
despensa de la comunidad. Dª Juana costeó en aquel templo al lado del evangelio
la capilla de Nuestra Señora de Gracia, obsequiándola con muchas alhajas.
Cuando los agustinos dejando la iglesia y convento que
tenían en el lugar que hoy es parroquia de San Marcelo, fabricaron el templo y
claustros que hoy existen, Hernán González y Dª Juana construyeron una capilla
con el mismo destino, y crearon nuevas rentas para sostener el culto de la Virgen.
Desde 1558 habían donado al convento por escritura de 14
de septiembre, seis casas y dos mil pesos en dinero por el patronato de la
primitiva capilla de Nuestra Señora de Gracia, que ejercieron ellos y sus
sucesores. Era el lugar en que se enterraban a los de la familia
exclusivamente; y conforme a esto, colocaban allí sus escudos de armas y podían
formar bóvedas, bultos esculpidos, doseles, estrados, rejas etc. Dª Juana Cepeda
al morir tuvo presente al convento de San Agustín para legarles algunos
beneficios en sus últimas disposiciones.
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