El Dictador planeó un desembarco en Alhucemas para acabar con la rebelión. De acuerdo con el Mariscal francés Petain, ambos convinieron una acción conjunta en Marruecos. El mando francés opuso algunos reparos, pero finalmente se impuso el criterio de Primo de Rivera y la operación tuvo un resultado feliz. Se capturó a Abd-el-Krim, quien fue enviado a Madagascar.
Firmada la paz en Marruecos, impuesto el orden en el interior, parecía que era el momento de abandonar el poder. Pero para los dictadores ese momento no parece llegar nunca. Primo de Rivera fundó la Unión Patriótica, compuesta de políticos fracasados, y creó una Asamblea Nacional; formó un gobierno de políticos de segunda fila ya en el plano civil. Consiguió anular los partidos políticos monárquicos que habían perdido adeptos, mas nadie vio que con ello los partidos de izquierdas fueron consiguiendo más prosélitos. La agitación política llegó hasta Marruecos y un día memorable el General Mola, jefe del territorio de Larache, nos citó en la Comandancia de Artillería y con voz grave nos preguntó si el Dictador nos merecía confianza para seguir gobernando. La respuesta fue: "Terminadas las causas que motivaron la intervención armada en el Gobierno de la Nación, y habida cuenta de que se había dado fin a la guerra de manera airosa, procedía liquidar la dictadura."
El Rey llamó al Dictador:
-"Creo, Miguel, que ha llegado el momento de dimitir" -y presentándole al General Berenguer le dijo:
-"Este es tu sucesor".»
Más adelante añade:
«Investido de los poderes, el General Berenguer forma un gobierno en el que él es Presidente; el General Marzo, Ministro de la Guerra, y el General Mola, Director General de Seguridad. La opinión pública, que ha estado siete años callada, va a manifestarse. El primer incidente tuvo lugar en el Hospital de San Carlos donde los alumnos hicieron fuego contra la Guardia Civil. Poco después se manifiestan de manera violenta los socios del Ateneo; otro día, sobre Madrid, vuelan aviones en los que Queipo de Llano y Ramón Franco tiran octavillas tratando de sublevar a los descontentos. Fracasa la idea y ambos vuelan a Portugal. De acuerdo con ellos, el político Casares Quiroga, allá en Jaca, ha conseguido que varios jefes y oficiales, entre ellos los capitanes Galán y García Hernández se subleven. Salen fuerzas de Zaragoza, vencen a los revoltosos y ambos capitanes son aprehendidas, juzgados y fusilados. España está pasando días de inquietud. El General Berenguer no goza del prestigio de Primo de Rivera. Es el hombre de Annual. Pese a su caballerosidad, para los africanistas es un gafe.
El Rey, tal vez tratando de encauzar la situación, entregó el poder al Almirante Aznar, el cual formó gobierno con Berenguer en el Ministerio de Guerra y el Marqués de Hoyos, Teniente Coronel de Estado Mayor en la Gobernación. Con el propósito de restablecer la Constitución, convocó a elecciones municipales para luego ir a las de Diputados. Nadie menos indicado que el Marqués de Hoyos para un asunto de esta envergadura, que necesitaba un político experimentado. Yo estaba en Madrid en el curso de coroneles. Los votantes acudieron tranquilos a las urnas; por la tarde, como un rayo, circuló la noticia por Madrid: había triunfado la República en las cuarenta y nueve capitales de provincia. Por la mañana, en la Puerta del Sol se gritaba: "¡Viva la República!"
Por la tarde, cuando asistimos a la conferencia en el Museo y Biblioteca de Ingenieros, el Capitán General de Madrid nos dijo:
-"Señores coroneles, en las capitales de provincia ha triunfado la República; el gobierno ha ordenado al General Sanjurjo, Director de la Guardia Civil, que pregunte a los coroneles de los tercios, si aceptan este triunfo; de lo contrario se declarará el Estado de Guerra cuyo bando tengo ya redactado. Señores coroneles, el curso ha terminado, cada cual marche a su destino."
A la mañana siguiente se supo que la Guardia Civil había aceptado el voto popular, que el Rey había desoído a los partidarios de resistir, abandonando el poder y marchado a Cartagena acompañado del Almirante Miranda. Su esposa e hijos habían quedado en Palacio. Había caído la Monarquía.
Firmada la paz en Marruecos, impuesto el orden en el interior, parecía que era el momento de abandonar el poder. Pero para los dictadores ese momento no parece llegar nunca. Primo de Rivera fundó la Unión Patriótica, compuesta de políticos fracasados, y creó una Asamblea Nacional; formó un gobierno de políticos de segunda fila ya en el plano civil. Consiguió anular los partidos políticos monárquicos que habían perdido adeptos, mas nadie vio que con ello los partidos de izquierdas fueron consiguiendo más prosélitos. La agitación política llegó hasta Marruecos y un día memorable el General Mola, jefe del territorio de Larache, nos citó en la Comandancia de Artillería y con voz grave nos preguntó si el Dictador nos merecía confianza para seguir gobernando. La respuesta fue: "Terminadas las causas que motivaron la intervención armada en el Gobierno de la Nación, y habida cuenta de que se había dado fin a la guerra de manera airosa, procedía liquidar la dictadura."
El Rey llamó al Dictador:
-"Creo, Miguel, que ha llegado el momento de dimitir" -y presentándole al General Berenguer le dijo:
-"Este es tu sucesor".»
Más adelante añade:
«Investido de los poderes, el General Berenguer forma un gobierno en el que él es Presidente; el General Marzo, Ministro de la Guerra, y el General Mola, Director General de Seguridad. La opinión pública, que ha estado siete años callada, va a manifestarse. El primer incidente tuvo lugar en el Hospital de San Carlos donde los alumnos hicieron fuego contra la Guardia Civil. Poco después se manifiestan de manera violenta los socios del Ateneo; otro día, sobre Madrid, vuelan aviones en los que Queipo de Llano y Ramón Franco tiran octavillas tratando de sublevar a los descontentos. Fracasa la idea y ambos vuelan a Portugal. De acuerdo con ellos, el político Casares Quiroga, allá en Jaca, ha conseguido que varios jefes y oficiales, entre ellos los capitanes Galán y García Hernández se subleven. Salen fuerzas de Zaragoza, vencen a los revoltosos y ambos capitanes son aprehendidas, juzgados y fusilados. España está pasando días de inquietud. El General Berenguer no goza del prestigio de Primo de Rivera. Es el hombre de Annual. Pese a su caballerosidad, para los africanistas es un gafe.
El Rey, tal vez tratando de encauzar la situación, entregó el poder al Almirante Aznar, el cual formó gobierno con Berenguer en el Ministerio de Guerra y el Marqués de Hoyos, Teniente Coronel de Estado Mayor en la Gobernación. Con el propósito de restablecer la Constitución, convocó a elecciones municipales para luego ir a las de Diputados. Nadie menos indicado que el Marqués de Hoyos para un asunto de esta envergadura, que necesitaba un político experimentado. Yo estaba en Madrid en el curso de coroneles. Los votantes acudieron tranquilos a las urnas; por la tarde, como un rayo, circuló la noticia por Madrid: había triunfado la República en las cuarenta y nueve capitales de provincia. Por la mañana, en la Puerta del Sol se gritaba: "¡Viva la República!"
Por la tarde, cuando asistimos a la conferencia en el Museo y Biblioteca de Ingenieros, el Capitán General de Madrid nos dijo:
-"Señores coroneles, en las capitales de provincia ha triunfado la República; el gobierno ha ordenado al General Sanjurjo, Director de la Guardia Civil, que pregunte a los coroneles de los tercios, si aceptan este triunfo; de lo contrario se declarará el Estado de Guerra cuyo bando tengo ya redactado. Señores coroneles, el curso ha terminado, cada cual marche a su destino."
A la mañana siguiente se supo que la Guardia Civil había aceptado el voto popular, que el Rey había desoído a los partidarios de resistir, abandonando el poder y marchado a Cartagena acompañado del Almirante Miranda. Su esposa e hijos habían quedado en Palacio. Había caído la Monarquía.
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