—Lo he leído, —dijo Diego de Funes— creo que algunos estudiosos ven en esta obra la presencia de Diego Hurtado de Mendoza, poeta y político muerto en 1575.
—No le digo ni que sí, ni que no, que sigan perseverando los estudiosos —respondió Cervantes.
—¿Ha llegado a escribir la obra de teatro “La comedia de la confusión”, a lo que se comprometió en 1585? —dijo Jerónimo Ortega.
—El título ya nos da una idea de lo difícil que es escribir una obra, además, estando el insigne don Félix Lope de Vega y Carpio en escena, no hay quien tenga ganas de escribir teatro.
—Lope de Vega..., sabes amigo Cervantes —continuó Jerónimo Ortega— que también ha estado aquí y que ha dejado constancia en uno de sus libros, dice algo así como: “Es Guadalcanal su nombre; su población, la primera de la Extremadura, yendo de la Andalucía a ella”.
—Muy propio de Lope. Dejemos a Lope con su teatro y sus frases, que yo seguiré con mis libros.
Se me olvidaba comentar que en el año 1585 me publicaron la primera parte de La Galatea.
—Don Miguel —volvió a preguntar Francisco Muñoz— ¿se puede vivir de la literatura en España?
—Joven amigo barbilucio —respondió Cervantes— que chocarrero eres, envidio tu juventud y candidez. Desde 1587 vivo gracias a que fui nombrado Comisario de Cereales y Aceites. Me enviaron a Sevilla y allí vivo alojado en una posada de mi amigo Tomás Gutiérrez, director de una compañía teatral. Visité en varias ocasiones Écija, creo que el 20 de septiembre fue la primera visita, ciudad donde fui excomulgado por dos veces, así que tened cuidado porque os pueden llamar participantes (66). Pero como las desgracias no vienen solas, este mismo año murió mi padre. También ejecutaron a María Estuardo. Para mí el ochenta y ocho fue un año aciago, el uno de mayo muere mi suegra Catalina de Palacios, ejecutaron al Justicia de Aragón Juan de Lanuza y para colmo, el fracaso de la Armada Invencible. Escribí dos poemas en memoria de esta desgraciada Armada, uno de ellos empieza así:
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