Por José María Álvarez Blanco
Hace unos días escribía que a la gente de Guadalcanal le ocurrían cosas singulares, derivadas en gran parte del hecho de que Pedro Ortega Valencia descubriera, en el Archipiélago de las Salomón, la isla que tan famosa se hizo durante la Segunda Guerra Mundial. El caso que hoy traigo a estas páginas digitales, no lo protagonizó la gente, sino la villa como lugar geográfico. En efecto, acabo de tener conocimiento de un presunto y raro fenómeno atmosférico ocurrido durante la fecha y la hora exacta que se indican en el título de este texto, y del que diversos periódicos de Madrid, que ya no existen, decían lo siguiente (2):
LA ÉPOCA
Año LIII – Núm. 18.554
Jueves 6 de Febrero de 1902
Página 4, columna 2
FENÓMENO METEREOLÓGICO
UNA MANGA DE FUEGO
El domingo último, y en el pueblo de Guadalcanal (Sevilla), próximamente a las dos de la tarde, cruzó el espacio una manga de fuego, de luz vivísima, acompañada de fuertes detonaciones.
Gran número de vecinos se echaron a la calle, presa del mayor terror, oyéndose gritos y lamentos, pués el fenómeno atmosférico fue tomado por muchos nada menos que como señal de que el mundo había tocado a su fin.
Añádase á esto que, recordándose por no pocas personas los pronósticos hechos para el próximo mes de Mayo por algunos astrónomos americanos, al sentirse los efectos de la masa de fuego creyeron las tales personas que se habían adelantado los vaticinios, y que, en su virtud, había llegado el crítico momento de la gran catástrofe.
Afortunadamente los ánimos se fueron calmando en vista de que ni el ruido espantoso ni la ligera trepidación se repetían.
* * *
EL IMPARCIAL - Año XXXVI.- Núm. 12.512
Página 3, columna 4, Viernes 7 de Febrero de 1902
EL GLOBO O TROMBA DE FUEGO
DE GUADALCANAL
El sábado 1º de Febrero, á las dos de la tarde, atravesó la población de Guadalcanal y su término (provincia de Sevilla) una manga de fuego, produciendo enorme ruido y alguna trepidación. Muchas personas, en su mayoría mujeres (3), creyendo que se venía encima el fin del mundo, fueron presas del mayor espanto.
Así describe el fenómeno D. Manuel Calleja, de la localidad mencionada, y así Carvic lo pone en conocimiento del público. Acaso se trate de la caída de un bólido, que no pocas veces éstos se presentan con tal aparato, pero muy bien pudiera acontecer que fuese un meteoro como los que Arago llamó «rayos globulares».
Es éste un fenómeno muy poco frecuente, pero que se ha observado ya por muy distintas personas y en circunstancias bien diversas, de modo que no puede tenerse por fantástico, quiero decir, como ilusión de los que lo refieren, y muchas de las descripciones tienen alguna semejanza con la sobria reseña del Sr. Calleja.
El almirante Duperry consigna que en las islas de la Sonda presenció un espectáculo imponente, producido por una nube luminosa y esférica que lanzaba rayos y truenos en todas direcciones. Es famoso también el caso de la iglesia de Stralsund, donde penetró un globo de fuego del que salieron otros menores, a modo de granadas, que estallaron con gran estrépito. El globo fulminante de Beaujon es no menos célebre, y cuentan que hizo tantos destrozos y tanto ruido como si una máquina infernal hubiese estallado en medio de la población; lanzaba el tal globo rayos en todas direcciones, y uno de ellos atravesó un muro cual pudiera hacerlo una bala de cañón. Otra tromba fulminante explotó en Everdon. En medio de una casa de labor, donde se hallaba una partida de segadores; mató á varios é hirió a los restantes, encontrándose después, en la superficie del cuerpo de las víctimas, gran número de manchas lenticulares.
Poggendorf dice en los «Annales» que en 1850 apareció un meteoro luminoso globular cerca de la villa de Anhalt, siendo muchas las personas que presenciaron el fenómeno y que declararon que la maravillosa esfera tenía un matiz verdoso. M. Colón, vicepresidente que fué de la Sociedad Geológica de Francia, cita otro caso de que él mismo fue testigo. Vió una masa globular de fuego descender del cielo á la tierra á lo largo del tronco de un chopo, cuya corteza quedó abrasada; la masa luminosa bajó lentamente empleando cinco ó seis minutos en recorres desde la cúspide hasta la base del árbol, y al llegar al suelo rebotó sin estallar. En 1823 el profesor Schübler, durante una tempestad que estalló sobre la Selva Negra, vió dos globos luminosos coronados por una lengua de fuego cada uno.
Muy recientemente la Academia de Ciencias de París se ha ocupado de esta clase de fenómenos con motivo de un caso presenciado por M. Violle, y del que éste dio cuenta a la Academia. Vió el citado observador caer del cielo una bola de fuego, como una piedra que desciende; apareció aquélla, se iluminó por relámpagos en efluvios, descargas difusas localizadas en un espacio muy restringido, pero que formaban en conjunto un meteoro imponente y magnífico.
Otros muchos casos podría citar y he citado en otra ocasión, pues hasta 150 perfectamente tengo noticia de haber sido registradas, pero con los expuestos basta para dar idea de este curioso meteoro y para que no quede duda alguna acerca de su existencia.
Como dice muy bien Carvic, no se puede asegurar por la breve reseña del Sr. Calleja, cuál es la naturaleza verdadera del meteoro que se ha presentado en Guadalcanal; pero, por las trazas, parece que pertenece a la categoría de los antes indicados. Si así fuera, y no la caída de un bólido piedra meteórica (cosa también posible), los atemorizados habitantes de la población andaluza han presenciado un fenómeno, no único, pero sí muy rato y sobre cuya explicación andan todavía a la greña los hombres de ciencia.
Arago supuso, al describir este meteoro, que existe una materia sutil que llamó «materia fulgurante», susceptible de unirse temporalmente a la materia ordinaria. Esta materia fulgurante es la que, en circunstancias apropiadas, y arrastrando consigo masas de gases de la atmósfera, forma, según la hipótesis de Arago, esas esferas y trombas incandescentes que de cuando en cuando se presentan, ya produciendo un vistoso y callado meteoro, ya incendios rarísimos, ya, en fin, desastres formidables, ocasionando a su alrededor el espanto, la destrucción y la muerte.
Actualmente se entiende que la materia fulgurante de Arago no debe considerarse como una sustancia desconocida y misteriosa, ni tampoco como un fluido especial, sino solamente como una manifestación, no bien estudiada aun, de los movimientos vibratorios de la materia imponderable, movimientos que hoy día, según la naturaleza, sabemos que constituyen el calor, la luz, la electricidad, los rayos X etc.
Este es uno de los hechos que sirven para mostrar que, como decía mi amigo Juan Fernández, la noche que asistimos en París a la sesión de magia blanca, nuestro conocimiento de la Naturaleza es aun bastante imperfecto y que el estudio del mundo nos guarda todavía muchas sorpresas.
VICENTE VERA
***
EL SIGLO FUTURO
(Diario Católico)
Año XXVIII – Núm. 8139
Viernes 7 de Febrero de 1902
Página 3, columna 1
El domingo último, y en el pueblo de Guadalcanal (Sevilla), próximamente á las dos de la tarde, cruzó el espacio una manga de fuego de luz vivísima, acompañada de fuertes detonaciones.
Gran número de vecinos se echaron a la calle presa del mayor terror, oyéndose gritos y lamentos, pués que el fenómeno atmosférico fue tomado por muchos nada menos que como señal de que el mundo había tocado a su fin.
***
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
Año XLVI – Núm. V
Madrid, 8 de febrero de 1902
Página 2, columnas 2/3
Un vecino de Guadalcanal (Sevilla) escribe a F. de Carvic que el 1º de Febrero, a las dos de la tarde, atravesó la población una manga de fuego, con gran ruido y alguna trepidación, que espantó, en especialidad a las mujeres (4). Este fenómeno nos recuerda otro semejante, ocurrido el 11 de Junio de 1809 en la villa de Quintana del Pidio, provincia de Burgos y partido de Aranda de Duero, que se describe en el Diario de Madrid del 7 de Julio de aquel año. Extractemos la carta de la localidad en la que se describe el meteoro.
A las once y media se presentó ante la villa un nublado de tan extraño y horroroso aspecto que el párroco y capellanes se reunieron en la iglesia con el vecindario para conjurarlo; la nube lanzó humo y luego una gran llama que se aproximaba hacia el pueblo, con gran clamoreo de las gentes que temieron ser abrasadas. Por fortuna, se desvió la llama quemando dos huertas, un huerto y muchas cepas de las viñas, arrancó de cuajo una encina é hizo otros destrozos. En Aranda y Gumiel de Hizam pusieron patente al Santísimo Sacramento creyendo que Quintana se abrasaba; nadie había visto fenómeno parecido, ni se oyó trueno ni se vió ningún relámpago.
El diarista (como entonces se llamaba al periodista) escribió al párroco, que confirmó la noticia, detallando los destrozos, como derribo de tapias y otras pruebas de su fuerza: que en la viñas tostadas se perdieron tres mil ó cuatro mil cántaras de vino; que arrojó al suelo a un muchacho tirándole el azadón á ochenta pasos, sin causarle otro mal que chamuscarle el pelo, y que siguió el meteoro unos tres cuartos de legua hacia Levante. Por último que el ganado no quiso comer la hierba en todo el trayecto de la manga de fuego.
¿Será el de Guadalcanal un fenómeno semejante?. En las noticias del párroco se habla de un remolino formado por las nubes, del que se desprendieron los gases inflamados.
* * *
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
Año XLVI – Núm. VI
Madrid, 15 de febrero de 1902
Página 2, columna 2
El fenómeno ígneo de Guadalcanal ¿lo produjo un bólido, como supone nuestro ilustrado amigo Vera al recordar otros más ó menos parecidos observados en países diversos?. Puede ser esa una explicación, y hoy parece la más conforme con las ideas admitidas por la ciencia. Sin embarg, se necesitan pruebas concluyentes para confirmar las hipótesis, y tanto en lo de Guadalcanal como en el de Quintana no sabemos todavía que se hayan recogido fragmentos de bólidos que algún rastro dejarían al estallar cerca de la tierra. Y como no es imposible que se produzcan fenómenos volcánicos, térmicos ó eléctricos lo prudente es esperar mayor comprobación, toda vez que las trepidaciones del suelo y las llamaradas permiten sospechar si se trata de explosiones de gases subterráneos que hayan dejado grietas, ó tengas orificios naturales, ó se hayan producido como la acción eléctrica que no deja más rastros que sus efectos por allí donde pasa. No negamos, pues, la explicación, pero conviene confirmarla con más datos.
Escrito esto, la razón parece de parte del amigo Vera; pues si bien en la trayectoria conocida del meteoro no se habla de fragmentos, dícese que en algunos sitios del llano de Extremadura, y particularmente en la Granja de Torrehermosa, cayeron como una pedrea, si bien este fenómeno pudo producirse en una explosión subterránea, y esto lo dirá el examen de las piedras. En fin, nuestra idea es que la mitad de los fenómenos que se atribuyen a los bólidos son terrestres. En cuanto al nombre que se ha dado de bólido de Guadalcanal, está bien puesto, pues no siendo de parte alguna conocida, en Guadalcanal se dio la primera noticia de sus existencia.
Hace unos días escribía que a la gente de Guadalcanal le ocurrían cosas singulares, derivadas en gran parte del hecho de que Pedro Ortega Valencia descubriera, en el Archipiélago de las Salomón, la isla que tan famosa se hizo durante la Segunda Guerra Mundial. El caso que hoy traigo a estas páginas digitales, no lo protagonizó la gente, sino la villa como lugar geográfico. En efecto, acabo de tener conocimiento de un presunto y raro fenómeno atmosférico ocurrido durante la fecha y la hora exacta que se indican en el título de este texto, y del que diversos periódicos de Madrid, que ya no existen, decían lo siguiente (2):
LA ÉPOCA
Año LIII – Núm. 18.554
Jueves 6 de Febrero de 1902
Página 4, columna 2
FENÓMENO METEREOLÓGICO
UNA MANGA DE FUEGO
El domingo último, y en el pueblo de Guadalcanal (Sevilla), próximamente a las dos de la tarde, cruzó el espacio una manga de fuego, de luz vivísima, acompañada de fuertes detonaciones.
Gran número de vecinos se echaron a la calle, presa del mayor terror, oyéndose gritos y lamentos, pués el fenómeno atmosférico fue tomado por muchos nada menos que como señal de que el mundo había tocado a su fin.
Añádase á esto que, recordándose por no pocas personas los pronósticos hechos para el próximo mes de Mayo por algunos astrónomos americanos, al sentirse los efectos de la masa de fuego creyeron las tales personas que se habían adelantado los vaticinios, y que, en su virtud, había llegado el crítico momento de la gran catástrofe.
Afortunadamente los ánimos se fueron calmando en vista de que ni el ruido espantoso ni la ligera trepidación se repetían.
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EL IMPARCIAL - Año XXXVI.- Núm. 12.512
Página 3, columna 4, Viernes 7 de Febrero de 1902
EL GLOBO O TROMBA DE FUEGO
DE GUADALCANAL
El sábado 1º de Febrero, á las dos de la tarde, atravesó la población de Guadalcanal y su término (provincia de Sevilla) una manga de fuego, produciendo enorme ruido y alguna trepidación. Muchas personas, en su mayoría mujeres (3), creyendo que se venía encima el fin del mundo, fueron presas del mayor espanto.
Así describe el fenómeno D. Manuel Calleja, de la localidad mencionada, y así Carvic lo pone en conocimiento del público. Acaso se trate de la caída de un bólido, que no pocas veces éstos se presentan con tal aparato, pero muy bien pudiera acontecer que fuese un meteoro como los que Arago llamó «rayos globulares».
Es éste un fenómeno muy poco frecuente, pero que se ha observado ya por muy distintas personas y en circunstancias bien diversas, de modo que no puede tenerse por fantástico, quiero decir, como ilusión de los que lo refieren, y muchas de las descripciones tienen alguna semejanza con la sobria reseña del Sr. Calleja.
El almirante Duperry consigna que en las islas de la Sonda presenció un espectáculo imponente, producido por una nube luminosa y esférica que lanzaba rayos y truenos en todas direcciones. Es famoso también el caso de la iglesia de Stralsund, donde penetró un globo de fuego del que salieron otros menores, a modo de granadas, que estallaron con gran estrépito. El globo fulminante de Beaujon es no menos célebre, y cuentan que hizo tantos destrozos y tanto ruido como si una máquina infernal hubiese estallado en medio de la población; lanzaba el tal globo rayos en todas direcciones, y uno de ellos atravesó un muro cual pudiera hacerlo una bala de cañón. Otra tromba fulminante explotó en Everdon. En medio de una casa de labor, donde se hallaba una partida de segadores; mató á varios é hirió a los restantes, encontrándose después, en la superficie del cuerpo de las víctimas, gran número de manchas lenticulares.
Poggendorf dice en los «Annales» que en 1850 apareció un meteoro luminoso globular cerca de la villa de Anhalt, siendo muchas las personas que presenciaron el fenómeno y que declararon que la maravillosa esfera tenía un matiz verdoso. M. Colón, vicepresidente que fué de la Sociedad Geológica de Francia, cita otro caso de que él mismo fue testigo. Vió una masa globular de fuego descender del cielo á la tierra á lo largo del tronco de un chopo, cuya corteza quedó abrasada; la masa luminosa bajó lentamente empleando cinco ó seis minutos en recorres desde la cúspide hasta la base del árbol, y al llegar al suelo rebotó sin estallar. En 1823 el profesor Schübler, durante una tempestad que estalló sobre la Selva Negra, vió dos globos luminosos coronados por una lengua de fuego cada uno.
Muy recientemente la Academia de Ciencias de París se ha ocupado de esta clase de fenómenos con motivo de un caso presenciado por M. Violle, y del que éste dio cuenta a la Academia. Vió el citado observador caer del cielo una bola de fuego, como una piedra que desciende; apareció aquélla, se iluminó por relámpagos en efluvios, descargas difusas localizadas en un espacio muy restringido, pero que formaban en conjunto un meteoro imponente y magnífico.
Otros muchos casos podría citar y he citado en otra ocasión, pues hasta 150 perfectamente tengo noticia de haber sido registradas, pero con los expuestos basta para dar idea de este curioso meteoro y para que no quede duda alguna acerca de su existencia.
Como dice muy bien Carvic, no se puede asegurar por la breve reseña del Sr. Calleja, cuál es la naturaleza verdadera del meteoro que se ha presentado en Guadalcanal; pero, por las trazas, parece que pertenece a la categoría de los antes indicados. Si así fuera, y no la caída de un bólido piedra meteórica (cosa también posible), los atemorizados habitantes de la población andaluza han presenciado un fenómeno, no único, pero sí muy rato y sobre cuya explicación andan todavía a la greña los hombres de ciencia.
Arago supuso, al describir este meteoro, que existe una materia sutil que llamó «materia fulgurante», susceptible de unirse temporalmente a la materia ordinaria. Esta materia fulgurante es la que, en circunstancias apropiadas, y arrastrando consigo masas de gases de la atmósfera, forma, según la hipótesis de Arago, esas esferas y trombas incandescentes que de cuando en cuando se presentan, ya produciendo un vistoso y callado meteoro, ya incendios rarísimos, ya, en fin, desastres formidables, ocasionando a su alrededor el espanto, la destrucción y la muerte.
Actualmente se entiende que la materia fulgurante de Arago no debe considerarse como una sustancia desconocida y misteriosa, ni tampoco como un fluido especial, sino solamente como una manifestación, no bien estudiada aun, de los movimientos vibratorios de la materia imponderable, movimientos que hoy día, según la naturaleza, sabemos que constituyen el calor, la luz, la electricidad, los rayos X etc.
Este es uno de los hechos que sirven para mostrar que, como decía mi amigo Juan Fernández, la noche que asistimos en París a la sesión de magia blanca, nuestro conocimiento de la Naturaleza es aun bastante imperfecto y que el estudio del mundo nos guarda todavía muchas sorpresas.
VICENTE VERA
***
EL SIGLO FUTURO
(Diario Católico)
Año XXVIII – Núm. 8139
Viernes 7 de Febrero de 1902
Página 3, columna 1
El domingo último, y en el pueblo de Guadalcanal (Sevilla), próximamente á las dos de la tarde, cruzó el espacio una manga de fuego de luz vivísima, acompañada de fuertes detonaciones.
Gran número de vecinos se echaron a la calle presa del mayor terror, oyéndose gritos y lamentos, pués que el fenómeno atmosférico fue tomado por muchos nada menos que como señal de que el mundo había tocado a su fin.
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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
Año XLVI – Núm. V
Madrid, 8 de febrero de 1902
Página 2, columnas 2/3
Un vecino de Guadalcanal (Sevilla) escribe a F. de Carvic que el 1º de Febrero, a las dos de la tarde, atravesó la población una manga de fuego, con gran ruido y alguna trepidación, que espantó, en especialidad a las mujeres (4). Este fenómeno nos recuerda otro semejante, ocurrido el 11 de Junio de 1809 en la villa de Quintana del Pidio, provincia de Burgos y partido de Aranda de Duero, que se describe en el Diario de Madrid del 7 de Julio de aquel año. Extractemos la carta de la localidad en la que se describe el meteoro.
A las once y media se presentó ante la villa un nublado de tan extraño y horroroso aspecto que el párroco y capellanes se reunieron en la iglesia con el vecindario para conjurarlo; la nube lanzó humo y luego una gran llama que se aproximaba hacia el pueblo, con gran clamoreo de las gentes que temieron ser abrasadas. Por fortuna, se desvió la llama quemando dos huertas, un huerto y muchas cepas de las viñas, arrancó de cuajo una encina é hizo otros destrozos. En Aranda y Gumiel de Hizam pusieron patente al Santísimo Sacramento creyendo que Quintana se abrasaba; nadie había visto fenómeno parecido, ni se oyó trueno ni se vió ningún relámpago.
El diarista (como entonces se llamaba al periodista) escribió al párroco, que confirmó la noticia, detallando los destrozos, como derribo de tapias y otras pruebas de su fuerza: que en la viñas tostadas se perdieron tres mil ó cuatro mil cántaras de vino; que arrojó al suelo a un muchacho tirándole el azadón á ochenta pasos, sin causarle otro mal que chamuscarle el pelo, y que siguió el meteoro unos tres cuartos de legua hacia Levante. Por último que el ganado no quiso comer la hierba en todo el trayecto de la manga de fuego.
¿Será el de Guadalcanal un fenómeno semejante?. En las noticias del párroco se habla de un remolino formado por las nubes, del que se desprendieron los gases inflamados.
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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
Año XLVI – Núm. VI
Madrid, 15 de febrero de 1902
Página 2, columna 2
El fenómeno ígneo de Guadalcanal ¿lo produjo un bólido, como supone nuestro ilustrado amigo Vera al recordar otros más ó menos parecidos observados en países diversos?. Puede ser esa una explicación, y hoy parece la más conforme con las ideas admitidas por la ciencia. Sin embarg, se necesitan pruebas concluyentes para confirmar las hipótesis, y tanto en lo de Guadalcanal como en el de Quintana no sabemos todavía que se hayan recogido fragmentos de bólidos que algún rastro dejarían al estallar cerca de la tierra. Y como no es imposible que se produzcan fenómenos volcánicos, térmicos ó eléctricos lo prudente es esperar mayor comprobación, toda vez que las trepidaciones del suelo y las llamaradas permiten sospechar si se trata de explosiones de gases subterráneos que hayan dejado grietas, ó tengas orificios naturales, ó se hayan producido como la acción eléctrica que no deja más rastros que sus efectos por allí donde pasa. No negamos, pues, la explicación, pero conviene confirmarla con más datos.
Escrito esto, la razón parece de parte del amigo Vera; pues si bien en la trayectoria conocida del meteoro no se habla de fragmentos, dícese que en algunos sitios del llano de Extremadura, y particularmente en la Granja de Torrehermosa, cayeron como una pedrea, si bien este fenómeno pudo producirse en una explosión subterránea, y esto lo dirá el examen de las piedras. En fin, nuestra idea es que la mitad de los fenómenos que se atribuyen a los bólidos son terrestres. En cuanto al nombre que se ha dado de bólido de Guadalcanal, está bien puesto, pues no siendo de parte alguna conocida, en Guadalcanal se dio la primera noticia de sus existencia.
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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
Tomo II, 1902
Páginas 125-126
Sobre un bólido observado en Guadalcanal en 1º de Febrero de 1902
El Sr. Calderón dijo que, entresacando lo verosímil de varios relatos más o menos fantásticos que han visto la luz pública en los periódicos los días pasados, se puede inferir que el sábado 1º de Febrero último, á las dos de la tarde, se sintió la explosión de un bólido en el término de Guadalcanal, provincia de Sevilla, sin que hasta ahora se tengan noticias de haber sido recogidos fragmentos del meteorito. También el día 19 del mismo mes, a las once de la noche, estalló otro bólido en Aragón, produciéndose una estela luminosa que fue presenciada en Castellón, en dirección NE, a lo que siguió fuerte explosión.
El Sr. Bolívar leyó con este motivo una carta del médico de Granja de Torrehermosa, D. Francisco Cano, que por muchos años fue consocio nuestro y al que se había dirigido en vista de los sueltos publicados por varios periódicos, requiriendo detalles de la caída de un meteorito en aquella población, dispuesto a que un conservador del Museo saliese inmediatamente en su busca si se confirmaban aquellos datos; en dicha carta el Sr. Cano describe el fenómeno diciendo que hacia las dos de la tarde del 1º de Febrero se produjo un ruido de trepidación, que las personas que estaban en el campo lo compararon con el que podrían producir tres truenos prolongados, pero sin que se observara manga de fuego ni globo alguno luminoso, ni mucho menos presenciara nadie la caída de fragmentos, como aseguraron algunos periódicos. Tampoco han dado resultado alguno las gestiones que oficialmente hizo el Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes para que los Gobernadores de las provincias en que se observó el fenómeno se procurase recoger fragmentos ú observaciones sobre el fenómeno de referencia.
* * *
Hasta aquí lo que dicen los periódicos y los Sres. Calderón y Bolívar de la Sociedad Española de Historia Natural, que deliberadamente he transcrito en último lugar, por la sencilla razón de que, tratándose de científicos, me merecen más credibilidad que la gente de la prensa. Como el autor de estas líneas no es escritor, sino Químico Orgánico, por deformación profesional tiende a poner en entredicho noticias del tipo de las recogidas en los anteriores sueltos de prensa de principios del siglo XX.
Si viviera en Guadalcanal, con el fin de aquilatar más la verosimilitud del evento, intentaría averiguar si existen descendientes del Sr. Manuel Calleja (serían nietos, biznietos o tataranietos) que recuerden haber recibido por transmisión oral noticias del meteorito.
Por otra parte, y dado que, la información periodística que antecede procede toda de prensa de Madrid, voy a encargar a mi amigo Eleuterio Díaz López que consulte hemerotecas de Sevilla para seguir el rastro de esta noticia en periódicos de la ciudad. En ABC no habrá nada pues su primer número es de 1903. No es que crea que la veracidad de una noticia sea directamente proporcional a la distancia entre la Redacción del periódico y el lugar en donde se produce, sino que simplemente pienso que cuanta más información mejor.
La relación que se establece en estas noticias entre Guadalcanal y Granja de Torrehermosa jugaría, en principio, a favor de la verosimilitud, pues a la velocidad a la que se desplazan los objetos siderales, no es sorprendente la misma hora, las dos de la tarde, para el mismo fenómeno, teniendo en cuenta que en línea recta Guadalcanal y Granja de Torrehermosa distan aproximadamente 30 kilómetros. Por ello, en principio sería interesante investigar, en dicho pueblo extremeño, si alguien pudiera confirmar lo que indica la sociedad científica, y si alguna vez aparecieron los susodichos fragmentos, cosa que dudo.
En resumen, que me cuesta creer en la veracidad del bólido que es muy probable que se quedara en bulo. Si así fuera, la fecha elegida en pleno invierno víspera de la Candelaria, que se celebraba con hogueras en la puerta de la Iglesia de la Concepción, quizás inspirara al autor de la trola, si en eso se queda la pretendida bola de fuego,
Otro bulo, éste confirmado, ocurrió 77 años más tarde, hace ahora treinta años y pocos meses, concretamente en el mes de Junio de 1979. El entonces corresponsal de ABC de Sevilla en la Sierra Norte, el alanicense D. Rafael Diéguez Carranco, publicó en dicho diario los días 15, 16 17 y 19 noticias alarmantes sobre una supuesta gigantesca serpiente que había aterrorizado a quienes la habían visto. Primero se decía que el ofidio lo vió un camionero en el paso a nivel de la Carretera de Guadalcanal a Fuente del Arco, luego unos jóvenes de Alanís, y finalmente alguien de Malcocinado la había visto devorar a un animal. La gigantesca culebra jamás apareció, y acabó siendo llamada «La boa de Luis Alonso». Fue una serpiente, pero de verano, - (como el tinto de ídem que sí es de verano, pero no es tinto) - según expresión consagrada en la profesión periodística para las trolas estivales. Eso sí, los autores de la broma estaban tan impacientes para hacer la competencia al famoso lago escocés, que ni esperaron al comienzo verano el día 21. Como ni el arroyo San Pedro ni la Rivera de Benalija llevan caudales suficientes para monstruos marinos, no se les ocurrió nada mejor que una gran bicha deambulando por la Sierra Norte.
Madrid 5 de septiembre de 2009.
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Notas.-
1.- La palabra bólido, tal como se usa en este texto, corresponde a la actual segunda acepción del DRAE que la define como: « Masa de materia cósmica de dimensiones apreciables a simple vista que, con la apariencia de un globo inflamado, atraviesa rápidamente la atmósfera y suele estallar y dividirse en pedazos».
2.- La defectuosa calidad de impresión de la prensa de 1902, me ha impedido insertar una reproducción facsímil de los periódicos, cuyas noticias reproduzco en transcripción literal respetando la ortografía de la época, cuando se acentuaban la preposición a y las conjunciones e, o y u.
3 y 4.- No me deja de llamar la atención el trato discriminatorio que se da a las mujeres en estos dos pasajes de la prensa reproducidos.
1 comentario:
Don José María: magnífico artículo y recojo el guante e investigaré en la hemeroteca de Sevilla, en periódicos de la época: El Liberal, el Noticiario Sevillano, etc. A ver si podemos ampliar o confirmar la noticia.
Saludos afectuosos.
Eleuterio Díaz
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