La investigación
de carácter arqueometalúrgico llevada a cabo en los últimos años, además de
producir un croquis sobre los trabajos subterráneos y las evidencias mineras
superficiales (Hunt Ortiz, 2000, 2003), ha supuesto la documentación de restos
arqueológicos, fundamentalmente en las escombreras exteriores, que se han
correlacionado con las fases de explotación de la mina: cerámica a mano y a
torno, instrumentos mineros líticos (mazas con ranura de enmangue transversal)
y escorias de fundición metalúrgica.
Los elementos
que ofrecieron mayor precisión cronológica fueron los fragmentos cerámicos. El
conjunto de cerámicas realizadas a mano se dató en un momento de transición
entre el Calcolítico y la Edad
de Bronce. Los fragmentos más característicos de cerámica a torno documentados,
SF6, con decoración pintada en bandas, y SF7, Terra Sigillata Clara C,
permitieron su adscripción a dos momentos diferenciados: periodo turdetano y
época imperial romana, siglo III d.C. Esta última fase también estaría
documentada por las monedas descritas y fechadas ya en el siglo XIX (Ezquerra
del Bayo, 1850)
Así en general,
se consideró que se trataría de una mina realizada en una formación natural,
transformada en un grado por definir por varias fases de labores mineras. Las
superficies interiores se encontraban parcialmente recubiertas por deposiciones
de carbonato cálcico, sólo pudiéndose apreciar detalles en las zonas en que
éstas estaban ausentes o había sido retiradas mediante útiles empleados en los
trabajos mineros.
En base a los
datos históricos y las evidencias arqueológicas fueron propuestas cuatro fases
diferenciadas de actividad minera (Hunt Ortiz, 2000);
- Calcolítico final, con utilización de mazas con
ranura e instrumentos de hueso, “tibias de carnero” apuntadas.
- Fase Turdetana.
- Fase Romana imperial, ambas con uso de
herramientas de hierro.
- Fase moderna, del siglo XIX, con utilización de
explosivos en barrenos, de los cuales hoy día se conservan evidencias.
Planimetría y descripción general de
la cueva-mina
Quedan
constatadas, por tanto, las diversas épocas en las que estuvo activa la mina a
través tantos de los restos arqueológicos hallados in situ, como de las
morfologías de las galerías y las huellas dejadas por diferentes técnicas de
extracción aplicadas y las labores de acceso acometidas.
El reciente
levantamiento topográfico de la cavidad (Fig. 3), realizado aplicando la
metodología que habitualmente se utiliza en espeleología, ha permitido, a
grandes rasgos, calibrar la importancia de los agentes geológicos en su
formación y establecer una sectorización preliminar de la cueva-mina en sus
diversas fases de explotación.
En el exterior
se abre una trinchera, correspondiente a la última fase de explotación minera
registrada, excavada en dirección este-oeste y con unas dimensiones de casi 40 m . de longitud y una
anchura media de 2,5 m .
Probablemente su longitud original fuera superior, debido a que en la
actualidad la finca en donde se ubica el arranque de la trinchera se dedica al
cultivo del olivo, para lo cual ha sido necesario rellenar parcialmente el
hueco, para nivelar la superficie del terreno.
En la pared
final que forma el límite oeste de la trinchera se observa colgada la parte
final de una galería de la cueva natural, que fue eliminada al abrir la labor
de acceso, practicada mediante voladuras; en las paredes laterales (norte y
sur) de dicha labor, especialmente en la zona en que se conecta ésta con la
sala principal de la cueva-mina, que más adelante se describirá, se pueden
identificar restos de los barrenos que alojaron los explosivos. Al noroeste de
la trinchera se encuentra un pozo vertical (de aproximadamente 2 m de diámetro) e
inmediatamente al oeste, otro pozo cegado de características similares.
Como se acaba de
mencionar, el extremo oeste de la labor minera en trinchera da acceso a la sala
principal de la cavidad, a la que también se puede entrar por su parte
superior, descendiendo por la escombrera que se fue acumulando, mediante el
vertido de materiales estériles, aunque también se han hallado algunos restos
arqueológicos, por la apertura de sección elíptica (de alrededor de 6,5 m de eje mayor y 5 m de eje menor) existente en
el techo de dicha sala (Fig. 4)
1 comentario:
Muy interesante el trabajo sobre la cueva de San Francisco. Creo que urge la restauración y puesta en valor tanto para visitas turísticas, centro interpretación de la minería de la Sierra Norte, investigación etc.
Ademas queda cerca del futuro camping de Guadalcanal.
Saludos. Marcelino Díaz Taboada
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