Por Javier Ortiz de
Hace un año, con esta misma ocasión, daba a conocer el valor que los fondos documentales concernientes a capellanías tienen para diversos temas de las relaciones hispano-americanas en la época colonial. No viene al caso repetir por tanto dichos asertos y nos remitimos a ellos a manera de introducción para comprender mejor lo que a continuación se expone.1 Además, desde entonces y en parte recogiendo más o menos aquel aporte, varios autores han seguido dicha línea temática en otros casos concretos, regionales o locales.
Fundamentalmente insistía en el valor que la documentación de capellanías, junto y como complemento de la relativa a bienes de difuntos (conservada ésta en el Archivo General de Indias), tiene para varios temas: emigración, aspectos económicos, sociales, culturales y artísticos a un lado y otro del Atlántico. Fijémonos ahora en el primer tema: la emigración.
Uno de los fenómenos más llamativos, importantes y trascendentales desde el descubrimiento de América es el de la emigración, que se produce desde 1492 y que no tendrá ya final, cobrando actualidad en nuestros días, proponiéndose a veces como panacea para distintos problemas actuales. Pese a su trascendencia y actualidad sigue siendo uno de los temas más desconocidos del pasado colonial.
Se han barajado cifras y afortunadamente se siguen publicando los catálogos de pasajeros, que ojalá estén completos en unos cuantos años más. Se han rebatido estas cifras y especulado sobre su validez como índice para cuantificar la emigración. Se insiste hasta la saciedad en destacar porcentajes de participación regionales, contrastando regiones y provincias con otras. En fin, aunque es importante medir y calcular cuántos, cuándo, de dónde y adónde fueron, ya es hora de fijarse en quiénes fueron, por qué se fueron y qué hicieron. Sin llegar al estudio biográfico individual, se propone ahora la biografía de grupos, destacando similitudes y rasgos diferenciadores, que además ya ha sido realizada para distintos casos y temas en la historia colonial hispanoamericana.
Con ello se conseguirá un conocimiento más profundo de las causas de la emigración, de sus repercusiones a uno y otro lado del Atlántico y en definitiva la conformación social, cultural y económica hispanoamericana.
Cuando se habla o escribe de la colonización española en América, con frecuencia se suele caer, o se aproxima a la caída, en alguno de los muchos tópicos, de un sentido u otro, que dicho tema conlleva. De estos españoles salidos para Indias en
De los «grandes capitanes» se ha escrito, en uno u otro sentido, hasta la saciedad, aunque queda aún una legión de ellos por conocer más a fondo y no sólo en las grandes batallas. De sus huestes también, aunque con menor insistencia. Y la imagen que estos proporcionan se ha ofrecido, por desconocimiento, para el resto de emigrantes en los diversos siglos.
Incluso si se quitan las celadas, armas y caballos a estos primeros guerreros tal vez se encuentre tranquilos colonos preocupados en acrecentar sus haciendas, rentas y encomiendas, a las que dedicaron mucha mayor parte de su vida no los pocos años o meses que ocuparon en batallas, conquistas y descubrimientos. Pero además la inmensa mayoría los miles de peninsulares marchados al Nuevo Mundo, lo eran en calidad de colonos para ejercer un sin fin de profesiones y ocupaciones en cuyo ejercicio pasaron toda su existencia, sin destacar en hazaña de armas o méritos relevantes por el estilo. Poblaron las nuevas ciudades fundadas por los primeros; se agruparon en nuevas villas, asientos o poblados; levantaron sus casas, molinos, ollerías, herrerías, tejares, obrajes, galpones y tiendas; sembraron sus huertas con frutas hortalizas y árboles «de Castilla»; sus heredades de viñas y pan sembrar; sus estancias de ganado porcuno, cabrío, caballar, vacuno y lanar; fundaron nuevas familias indianas, araron los campos, extendieron los límites de los asientos hispanos y en definitiva colonizaron a su manera y estilo aquella tierra.
De estos colonos casi nada se sabe y es de ellos de los quiero ocuparme a continuación. Para profundizar el tema y por ventajas que ofrece en cuanto a número de emigrantes y documentación variada disponible, elegí el caso de Guadalcanal, que puede ser extendido a otros pueblos y villas de la geografía peninsular. De todos los indianos de dicho pueblo, por limitaciones propias de esta comunicación, se ofrece a continuación una muestra.
Para ella me he valido de la información que proporcionan la documentación referente a capellanías, que se encuentra en el Archivo Arzobispal de Sevilla, y cuyas características di a conocer en otra ocasión, la relativa a bienes de difuntos del Archivo General de Indias y otra complementaria, al igual que escasa bibliografía. 2
Hay que advertir que si alguno de los indianos reseñados no conocieron los años del siglo XVII, sus mandas y legados a Guadalcanal surtieron efecto en dicha centuria por distintas causas y es por lo que se consignan, pese a la delimitación cronológica de estas Jornadas.
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