Por Salvador Hernández González. Revista de Guadalcanal
Otra capilla, que en su día fue la del Sagrario,
se abre al primer tramo de la nave, vecino del arco toral que conduce a la
cabecera del templo. De planta cuadrada, su cubierta es también una bóveda
estrellada con terceletes, cuya plementería todavía muestra restos de la
decoración pictórica barroca con la que se la enriqueció en una reforma posterior,
tal vez del siglo XVIII, a la que también debe corresponder la bóveda de medio
cañón con arcos fajones que cubre la nave lateral.
En definitiva, nos encontramos en el templo de
San Sebastián con una combinación de elementos estilísticos del gótico,
mudéjar, renacimiento y barroco. El esquema de nave única articulada por medio
de arcos transversales apuntados y cubierta con techumbre de madera es muy
representativo no sólo de la arquitectura medieval de la comarca, sino también
de otras zonas vecinas, como las sierras de Huelva y Córdoba, teniendo en
Guadalcanal otra buena muestra del mismo en la parroquia de Santa Ana, de la
que nos ocuparemos en otra ocasión. De construcción rápida y barata por los
materiales empleados -ladrillo y madera-, este modelo de templos serranos,
todavía mal estudiados y que parecen ponerse de moda a partir de 1400, se va a
extender a otras zonas, como las comarcas levantinas y las tierras del reino de
Granada, zona esta última donde a raíz de la reconquista y bajo la iniciativa
de los Reyes Católicos se van a levantar iglesias de estas mismas
características. Otro elemento muy habitual en este tipo de templos de la
sierra es la torre -fachada-, cuyo fuste o caña arranca sobre el ingreso
situado a los pies de la nave, componiendo un imafronte de gran verticalidad de
líneas al unir visualmente con gran sentido ascensional la entrada y el
campanario, aunque en el caso de la iglesia de San Sebastián
las transformaciones sufridas por dichos elementos han acabado por desdibujar
el modelo originario[1].
Por su parte, la estética gótica, en su fase más
tardía y decadente, prolongando el agonizante estilo ojival hasta prácticamente
los años centrales del siglo XVI, se manifiesta en las ya descritas bóvedas
estrelladas del presbiterio y capillas laterales. El Renacimiento aparece
tímidamente en la decoración heráldica de las nervaduras de la capilla mayor y
en las ménsulas e impostas de las que arrancan y finalmente, el barroco asoma,
aparte de la decoración pictórica de la antigua capilla del Sagrario, en la
portada del edificio, compuesta por sencillo vano adintelado encuadrado entre
pilastras y coronado por frontón recto y roto. Las reformas barrocas trajeron
de la mano otras intervenciones, de cuya visión nos han privado los avatares
sufridos por el templo, como la reparación del artesonado de la nave y la
construcción de unas puertas nuevas para la capilla bautismal por parte del
carpintero Jerónimo Espino en 1778, fecha también en la que el alarife Francisco
de Ávila contrata la ejecución de la bóveda de dicha capilla y otros reparos[2].
3. EL
DESAPARECIDO PATRIMONIO ARTÍSTICO.
La antigua parroquia de San Sebastián fue
cobijando entre sus muros un completo patrimonio artístico integrado por
retablos, esculturas, pinturas, piezas de orfebrería y ornamentos sagrados de
diferente época y estilo, en su mayoría destruidos en los lamentables sucesos
de 1936.
Ya desde los mismos días de la construcción del
templo la Orden
de Santiago se fue preocupando de dotarlo del correspondiente ajuar litúrgico.
Así, la Visita
Canónica de 1494 nos proporciona un minucioso listado de vasos
sagrados y ornamentos, al tiempo que se señala la existencia de dos altares: el
mayor, presidido por la escultura del Titular, «hecha de bulto, de madera», y
otro dedicado a la Virgen ,
«de bulto, con su hijo en brazos, de madera, bien pintada e dorada»[3]
.
Ya en el siglo XVI se anotan algunos encargos de
obras para esta iglesia. Entre 1514 y 1515 el pintor Antón de Madrid se ocupa
en la realización de un retablo[4],
seguramente el mayor, que en la
Visita de 1549 se describe como de talla dorada y valorado en
17.000 maravedís[5].
Años después, entre 1565 y 1566 el escultor Juan de Valencia, activo en
Llerena, ejecuta una nueva imagen de San Sebastián, cuyo pago aún no se había
producido en su totalidad en 1571[6].
En la Visita Canónica de 1575 se consignan diversos
pagos al platero Alonso Pérez el Mayor y se señala que el rejero
Domingo Hernández, avecindado en Guadalcanal, tiene cobrados más de 100.000
maravedís, importe de la reja que hizo para la capilla de Diego Ramos en el
propio templo[7]. Dentro
de este campo de la rejería habría que recordar la reja de la capilla del
clérigo Melchor Suárez, obra del segundo tercio del Quinientos y que,
procedente de este templo, se halla colocada hoy día en la parroquia de Santa María,
cerrando la capilla del primer tramo de la nave derecha o de la Epístola[8].
Y a fines del siglo, el 20 de agosto de 1587 Alonso Ramos en representación del
difunto Fernando Ramos y con destino a la capilla funeraria de este último,
concertaba con el escultor Juan Bautista Vázquez el Mozo, la ejecución de un retablo
compuesto por banco, un cuerpo y ático, presidiendo el conjunto un grupo
escultórico del Calvario y situándose en las calles laterales las efigies de
San Juan Bautista y San Benito[9].
De este desaparecido retablo proceden, en opinión del profesor Palomero Páramo,
dos relieves con las figuras de los citados santos y un Crucificado que hoy día
forman parte de un retablo compuesto por elementos de acarreo y situado a los
pies de la nave en la parroquia de Santiago de la vecina localidad de Llerena[10].
El siglo XVII contempla la ejecución de un nuevo
retablo mayor, contratado en 1639 con el escultor Mateo Méndez, de la citada
localidad de Llerena, quien también ejecutó el de la parroquia de Santa María y
el del convento del Espíritu Santo en nuestra villa[11].
[1] ANGULO IÑIGUEZ, Diego:
Arquitectura mudéjar sevillana…, pág. 157
[2] VILLA NOGALES, Fernando de la; MIRA
CABALLOS, Esteban: Documentos inéditos para la Historia del Arte en la
provincia de Sevilla, 1993. Págs. 14 y 67
[3] MUÑOZ TORRADO, Antonio: “Visitas hechas a
los pueblos…, pág. 91; MENDEZ VENEGAS, Eladio: “Una Visita de la Orden de Santiago al
Provisorato de Llerena de la
Diócesis de Mérida-Badajoz: aspectos artísticos e ella
señalados”, en Memoria Ecclesiae, vol
XVII (Arte y archivos de la
Iglesia , II). Oviedo 2000. Pág. 452.
[4] SOLÍS
RODRÍGUEZ, Carmelo: “Escultura y pintura del siglo XVI” en Historia de la Baja Extremadura ,
vol II. Badajoz, 1986. Pág. 604.
[5] FLORES
GUERRERO, Pilar: “El arte del Priorato…” pág. 481.
[6] SOLÍS RODRIGUEZ, Carmelo: “Escultura y
pintura…” , pág, 582.
[7] TEJADA
VIZUETE, Francisco: “Artes suntuarias en la Baja Extremadura
en los siglos XVI y XVII”, en Historia de la Baja Extremadura , op. cit.,
págs. 782 y 804,
[8] ídem, pág. 806; MATA
TORRES, Josefa La rejería sevillana en el siglo XVI. Diputación Provincial de
Sevilla, 2001. Págs, 297-298.
[9] LOPEZ
MARTÍNEZ, Celestino: Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés. Sevilla,
1929. Págs. 120-121.
[10] PALOMERO PARAMO, Jesús Miguel: El retablo
sevillano del Renacimiento: análisis y evolución (1560-1629). Diputación
Provincial de Sevilla, 1982. Pág. 339.
[11] MENSAQUE
URBANO, Julia: “El mecenazgo artístico del indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal”, en
Andalucía y América en el siglo XVII. Actas de las III Jornadas de Andalucía y
América. Sevilla, 1985. Vol. II, pág. 64.
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