Hoy 28 de febrero, el callejero de Guadalcanal se incrementa con un nuevo nombre. "Calleja Matarriña". Para los que somos mayores, poco cambio representa, ya que así hemos conocido toda nuestra vida, a la hasta hoy, "Calleja de Correos".
Con la asistencia de numerosos familiares de D. Antonio Guzmán Montaño, se ha procedido a descorrer la cortinilla, tras donde ha aparecido el azulejo con el nombre de "Calleja Matarriña".
La fragua de Antonio Guzmán debió existir hasta principio de los ochenta del pasado siglo, ya que como veremos a continuación, Rafael Rodríguez Márquez, le dedica una cariñosa despedida en la Revista de Guadalcanal de 1980.
Además de Rafael Rodríguez, otras personas han nombrado la fragua de Matarriña, en diferentes libros y blog, que a continuación, como nuestro particular homenaje, les ofrecemos.
A Olvido Guzmán -otra "Matarriña"- además biógrafa de su padre José Mª, les ofrecemos nuestras páginas, para que nos amplíe datos de su abuelo.
Tu piel endurecida, como el
carbón que quemas,
día a día forjando sobre el
yunque viejo,
has quemado tu vida sin oírte
una queja...
...derramando el sudor que
brotaba de tu cuerpo.
Viejo y
cansado hoy te retiras…
dejando sola tu fragua vieja,
triste y nostálgico la miras,
ya no escuchas en el yunque el son
de queja.
Yo te pregunto si al final de
este camino,
ha merecido la pena alguna cosa,
comenzaste cuando eras un
chiquillo
ahora te vas, dejas yunque y
martillo
y la senda… sigue siendo dolorosa.
R. Rodríguez Márquez – Revista de Guadalcanal año 1980
… y las
trompas de encina, cuando Matarriñas, les echaba las púas en la fragua, capaz
de partir por medio la del mas apuesto rival, con el cordel de cáñamo que
comprábamos en casa de Julio el del estanco, un metro era la medida, Carmelita
la dependienta lo sabía muy bien… [1]
MATARRIÑA[2]
Los motes son, sobre todo en los pueblos, una forma de identificar no sólo a una persona, sino a toda su parentela. Se heredan de generación en generación, de tal manera que se llega incluso a obviar el verdadero nombre del "sobrenombrado" porque, sencillamente, por ese nombre nadie lo conoce.
Siempre me ha gustado conocer el origen de los motes que más me llamaban la atención, pero, sin duda y con diferencia, la historia que más me gusta es la del mote de mi familia.
A Guadalcanal (Sevilla) en 1927, procedente de Berlanga (Badajoz) y con apenas veinte años, llegó Antonio Guzmán Montano. Aprendió el oficio y se convirtió en el herrero del pueblo; y a principios de los años 30 se casó con una mujer alta y guapa, Olvido Arcos Bernabé. Durante la guerra tuvieron tres hijos, una niña y unos gemelos, los tres murieron. Él fue conductor de ambulancia durante la contienda, y a su regreso, con la guerra terminada y una dura posguerra por delante, tuvieron cuatro hijos más: Carmela, Antonia, Avelina y José Mª.
El abuelo era, como digo, el herrero de Guadalcanal. La fragua era, además de su lugar de trabajo, un punto de encuentro para los hombres del pueblo, que iban allí diariamente a verlo trabajar y charlar con él.
Un día, dos de ellos tuvieron una disputa, a lo que el abuelo protestó:
- ¿Aquí a qué se viene, a batir los hierros o a batir las riñas?
Desde aquel día, cuando los hombres del pueblo iban a ver al maestro herrero, no iban a la fragua:
- ¿Ande vá?
-
Ande baten las riñas
- Ande Baterriña.
- Ande Matarriña
.
Y desde entonces, aquella era la fragua de Matarriña. Y toda su descendencia fuimos Matarriñas:
Y desde entonces, aquella era la fragua de Matarriña. Y toda su descendencia fuimos Matarriñas:
- ¿Tú qué ere de Matarriña?
- ¡Tú ere la nieta der Matarriña!
- ¡Aaaah, tú eres Matarriña!
Y si distinguen entre abuelo y padre aún afinan más:
- Tú ere la hija der Mata.
- Aro, tú ere la Mata
chica.
Pues eso,
Matarriña.
(Espero que no se moleste Olvido Guzmán , la hija de mi amigo
"El Mata" por haber insertado este pequeño articulo sin su permiso.) Blog "Punto de Encuentro"
... “El Cebollino” ocupaba una antigua casona junto
a la casa de Adriano y a la de Chaves, y que fuera anteriormente en la que
vivió el matrimonio formado por Joaquín Rivero y Adela, antes de mudarse a la
calle Guaditoca, justo precisamente a la casa en la que nosotros vivíamos.. Del
“Cebollino” nos fuimos en busca de la fragua de “Matarriña” en la calleja de
Correos y junto a la puerta trasera del molino de Daniel Herce, también cazador
y el que con el tiempo sería suegro del afamado escritor sevillano Antonio Burgos.
Daniel venía pocas veces de cacería, porque teniendo defecto de audición, oía menos
que un murciélago, y, por otra parte, ser más despistado que un grillo sin
antenas, casi siempre se nos perdía por esos campos de Dios. Hecho este inciso aclaratorio,
seguiré contando que en la fragua de “Matarriñas”, solíamos fundir el plomo, y
con un “balero” que teníamos, hacíamos las balas del calibre veinte, que luego
utilizábamos en los “ganchitos” en busca de los guarros, a los que, por cierto,
yo no había ido nunca, pero que según tenía entendido, porque le había oído
hablar de ellos a unos amigos de Cantillana, debía ser algo realmente tenso y
emocionante, por lo que estaba deseando que acudiéramos a uno ellos. Aquella
mañana, como teníamos todo el tiempo del mundo por delante, también nos
detuvimos un rato en la administración de correos, muy cercana a la fragua de
Matarriñas, para hablar con el administrador, que como buen hijo de Cazalla,
era un gran aficionado al “pájaro”, aunque nunca llegando a la categoría que en
Guadalcanal tenían estos pajareros. Al salir de allí, nos encontramos
casualmente con “Cote el Cosario”, que era suegro de Pepe Corbillo,..[3]
[1] Vivencias y Convivencias
con la caza. Escote Gallego, Isidro. Pág. 150. Editorial Séneca, Córdoba 2008
[2] Blog Punto de Encuentro,
dirigido por Rafael Espínola “Candelario”
[3] “SULTÁN”
Recuerdos y Evocaciones de un perro de reala (1960 – 1975) Francisco Hidalgo
Rodrígo de la Peña.
(libro inédito)