Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I
(Se mantiene la ortografía de la época)
con las bocas de los buitrones abiertas y llenas de leña, pues vian que hacian demasiada costa á la dicha hacienda; dijo este testigo que porque afinaban la dicha plata que cada dia se les daba con menos trabajo de sus personas, cubriendo los dichos buitrones con los dichos verguejones de hierro, que con las piedras que agora les ponen y les mandó poner el dicho señor administrador, y tambien porque los administradores antecesores del dicho señor Diego Lopez no lo alcanzaban para dar la dicha orden en el afinar como la alcanza el dicho señor administrador que lo mandó, y que por esto lo hacian, y no por no se les alcanzar á este testigo y consortes á cuyo cargo están los dichos buitrones; y que esta es la verdad para el juramento que tiene hecho, y firmólo Juan Martin.
Y luego incontinenti yo el dicho escribano tomé é rescibí juramento en forma de Diego Diaz Rico, alcalde de la hermandad en la dicha villa de Guadalcanal y guarda en los dichos buitrones, y habiendo jurado dijo ser de edad de veinte y siete años poco mas ó menos, y que siendo guarda como es en los dichos buitrones á donde se afina la plata de las dichas minas de S. M., que son en el dicho término de Guadalcanal por la instruccion del señor don Francisco de Mendoza, visitador general de las dichas minas, vio este testigo como, después que se fue el contador Agustin de Zárate, vino por administrador dellas el señor Diego Lopez, veinticuatro de Sevilla, el cual, después de haber venido á ellas, andando visitando las dichas minas, fue á la casa do están los buitrones á donde se afina la dicha plata que procede de los dichos metales de las dichas minas, el cual como vió la orden que se tenia en afinar la dicha plata en los dichos buitrones, la cual dijo que era muy costosa por causa de estar los buitrones muy anchos, y gastábase gran cantidad de leña y hierro en barras para cubrir las cendradas, y leña por tener tres bocas cada un buitron abiertas entretanto que se caldeaban, metiendo por ellas gran cantidad de leña; y viendo todo esto el dicho señor administrador como era en gran costa para la dicha hacienda, mandó á los dichos afinadores á cuyo cargo estan los dichos buitrones, y á este testigo como guarda, que de allí adelante no consintiese afinar de aquel arte la dicha plata, sino que tapasen las bocas de los buitrones entretanto que se caldeaban, y que cuando se metiese el plomo plata para afinar abriesen la una boca por donde se acostumbra meter; y tambien dijo este testigo que les mandó que las cendradas las cubriesen con losas de hiedra y con tejas, y que angostasen los buitrones por aquella parte por donde se ponían los verguejones de hierro, para que pudiesen estar bien las losas; y dijo este testigo que ansí lo pusieron luego por la obra los dichos afinadores, con la cual orden dijo este testigo que se hallaban bien, porque caldean mejor, y muy á menos costa de leña y de hierro, que se gastaba teniendo las dichas bocas abiertas con la leña, y cubriendo la dicha cendrada con las dichas barras de hierro.
Y luego incontinenti yo el dicho escribano tomé é rescibí juramento en forma de Diego Diaz Rico, alcalde de la hermandad en la dicha villa de Guadalcanal y guarda en los dichos buitrones, y habiendo jurado dijo ser de edad de veinte y siete años poco mas ó menos, y que siendo guarda como es en los dichos buitrones á donde se afina la plata de las dichas minas de S. M., que son en el dicho término de Guadalcanal por la instruccion del señor don Francisco de Mendoza, visitador general de las dichas minas, vio este testigo como, después que se fue el contador Agustin de Zárate, vino por administrador dellas el señor Diego Lopez, veinticuatro de Sevilla, el cual, después de haber venido á ellas, andando visitando las dichas minas, fue á la casa do están los buitrones á donde se afina la dicha plata que procede de los dichos metales de las dichas minas, el cual como vió la orden que se tenia en afinar la dicha plata en los dichos buitrones, la cual dijo que era muy costosa por causa de estar los buitrones muy anchos, y gastábase gran cantidad de leña y hierro en barras para cubrir las cendradas, y leña por tener tres bocas cada un buitron abiertas entretanto que se caldeaban, metiendo por ellas gran cantidad de leña; y viendo todo esto el dicho señor administrador como era en gran costa para la dicha hacienda, mandó á los dichos afinadores á cuyo cargo estan los dichos buitrones, y á este testigo como guarda, que de allí adelante no consintiese afinar de aquel arte la dicha plata, sino que tapasen las bocas de los buitrones entretanto que se caldeaban, y que cuando se metiese el plomo plata para afinar abriesen la una boca por donde se acostumbra meter; y tambien dijo este testigo que les mandó que las cendradas las cubriesen con losas de hiedra y con tejas, y que angostasen los buitrones por aquella parte por donde se ponían los verguejones de hierro, para que pudiesen estar bien las losas; y dijo este testigo que ansí lo pusieron luego por la obra los dichos afinadores, con la cual orden dijo este testigo que se hallaban bien, porque caldean mejor, y muy á menos costa de leña y de hierro, que se gastaba teniendo las dichas bocas abiertas con la leña, y cubriendo la dicha cendrada con las dichas barras de hierro.
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