Jesús Rubio
12
de febrero de 1599. Santo Domingo, Nuevo México.
Juan de Oñate dictó sentencia aquel
día. Mandó llamar al capitán Alonso Gómez de Montesinos, defensor de los indios
de Acoma. Como testigos fueron citados los capitanes Alonso de Sosa y Juan Ruiz de Cabrera y
Bartolomé González. Tomó nota de todo el secretario Juan Gutiérrez Bocanegra.
Y así falló Juan de Oñate:
-Fallo atento a los autos y meritos
de este proceso y por la culpa que de él resulta que debo condenar y condeno a
todos los indios e indias que están presos del dicho pueblo. A los indios de veinticinco
años para arriba a que se les corte un pie y en veinte años de servicio personal
y a los indios de veinticinco años para abajo y hasta los doce, los condeno en
otros veinte años de servicio personal. A las indias de doce años para arriba a
otros veinte años de servicio personal y a dos indios de la provincia de Moqui[1] que se hallaron y
pelearon en el dicho pueblo de Acoma y se prendieron los condeno a que les
corten las manos derechas y se envíen sueltos a que den noticia en su tierra
del castigo que se ha hecho. Y a todas las niñas de menos de doce años los doy
por libres y dejo a todas las niñas al amparo de fray Alonso Martínez para que
las deposite y ponga en este reino y fuera de él en los monasterios y partes
que le pareciere para que consigan el conocimiento de Dios Nuestro Señor y
salvación de sus almas. A los niños de doce años para abajo los dejo a
disposición de don Vicente Zaldívar para que consigan el propio fin. A los
viejos y viejas ya decrépitos los pongo en manos de los indios de la provincia
de los querechos[2] para que cuiden de
ellos y no los dejen salir de sus pueblos.
Y así se ejecutó en los días
siguientes.
EPÍLOGO
Juan de Oñate no es una
figura apreciada en Nuevo México. Su gestión de lo ocurrido en Acoma ha
generado una profunda antipatía hacia él. Tal es así, que en 1998, año en que
se cumplió el IV Centenario de la llegada de la expedición de Oñate, la estatua
erigida, con cierta oposición, en su honor en 1991, y cuyo autor fue Reynaldo
Rivera, apareció con el pie derecho cortado. Había demás una nota que decía “fair is fair” (lo justo es justo)”. El
pie fue refundido pero la unión es aún visible. Hay quien sugirió que se dejara
mutilada como recordatorio simbólico de
lo ocurrido en Acoma. La estatura puede verse en el Centro de Visitantes del
Monumento Oñate, cerca de la localidad que hoy se llama Española. En 1997, la
ciudad de El Paso, en Texas, quiso erigirle otro monumento. Hubo muchas
protestas. La estatua, que representa a Oñate sobre un caballo, no fue
terminada hasta 2006 por el escultor John Sjherrill Houser, que dice que es la
estatua ecuestre más grande del mundo. Costó dos millones de dólares, mide 10 metros y es de bronce,
por lo que su peso alcanza las 18 toneladas. Fue inaugurada el 21 de abril de
2007, con la presencia de las autoridades locales, el embajador español en
estados Unidos, Carlos Westendorp, y representantes de la tribu acoma, que protestaron durante el acto. Hoy
día hay especialistas que, sin negar lo riguroso de la sentencia, consideran
que luego las condenas, sobre todo las referidas a los confinamientos, no se llegaron
a aplicar de manera efectiva. Sea como fuere, lo cierto y verdad es que ya en
su día Juan de Oñate fue una figura muy controvertida. La severidad con la que
se manejó no sólo con la población natural de Nuevo México, sino también con
los colonos, comenzó a granjearle enemigos. Todo se precipita cuando muchos de
esos colonos regresan a Nueva España y empiezan a relatar los abusos del Gobernador
con ellos y con los indios. En 1606, el
rey Felipe le ordena que marche a Ciudad de México para ser investigado. Siguió
en su puesto. Renuncia a su empresa pero permanece en Nuevo México hasta fundar
Santa Fe. En 1608 se le ordena de nuevo que marche a Ciudad de México. No será
juzgado hasta 1613. Se enfrentó a graves acusaciones, sobre todo por el
episodio de Acoma. La sentencia fue rotunda: desterrado de por vida de Nuevo
México y de Nueva España por cuatro años. Oñate recurrió y fue absuelto en
segunda instancia. Después, Oñate fue nombrado inspector de minas.
Como el destino tiene
estas cosas, y tal como reveló el investigador Eric Beerman, Oñate murió el 3
de junio de 1626 en un viaje de inspección a una de las minas cuya salvaguarda
tenía encomendada. Falleció, quién lo iba a decir, en Guadalcanal, el mismo
pueblo del que un día partió uno de sus capitanes, Diego Núñez de Chaves,
muerto en Acoma el 4 de diciembre de 1598.
JESÚS
RUBIO
Toledo,
5 de marzo de 2014-19 de enero de 2015.
BIBLIOGRAFÍA
BEERMAN,
Eric. La muerte de un Viejo conquistador. Nueva luz de Juan de Oñate. New
México historical Review, 54: 4. 1979. Páginas 205-319. Traducción y notas de
José María Álvarez Blanco. Revista de Feria 2001. Guadalcanal, Sevilla, 2001.
CHÁVEZ,
Fray Angélico. Chávez, a distinctive
american clan from New Mexico. Facsímil de la edición de 1989. Sunstone
Press. Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos. 2009.
LUCERO,
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Sunstone Press. Nuevo México, Estados Unidos. 2004.
LUMMIS,
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Siglo XVI. Sexta edición. Casa Editorial Araluce. Barcelona, 1924.
PÉREZ DE
VILLAGRÁ, Gaspar. Historia de la Nuevo México. Dastin
Export Sl. Madrid, 2004.
The trial
of the indians of Acoma. 1598-1599. Jerry R. Craddock y John H. Polt. Research Center for Romance Studies. University of California , Berkeley. Estados Unidos. 2008. (Texto original extraído del Archivo General de Indias,
Patronato, legajo 22, con traducción a
cargo de los autores citados.
Trial of
the Indians of Acoma , 1598. American Journeys
Collection. Dcoument No. AJ-104. Wisconsin
Historical Society. Digital libray and Archives. 2003. (Traducción inglesa. No
hay datos sobre el autor de la traducción y de las notas a pie de página).
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