Jesús Rubio
Todos los presentes escuchaban con
gran atención:
-Si así lo hicieren, los pondréis con
mucha seguridad y guarda y los traeréis todos a mi presencia para que se les
oiga de justicia. Y una vez apartados los indios del pueblo, le pegaréis fuego
de manera que no quede piedra sobre piedra ni los indios puedan volver a
poblarle por ser fortaleza inexpugnable.
El gobernador también instruyó a
Zaldívar de que si se vencía, prendiera a todos los indios que tuvieran edad de
pelear y los castigare como entendiera.
PARTE III: SENTENCIA
9
de febrero de 1599. Santo Domingo[1], Nuevo México.
El lugar elegido por Oñate para
juzgar a los indios de Ácoma fue otro pueblo indio, que los españoles habían ocupado
y rebautizado como Santo Domingo. El gobernador Juan de Oñate nombró al capitán
Alonso Gómez Montesinos como defensor de los indios de Ácoma. El capitán aceptó
el encargo y juró hacerlo conforme a su mejor entender. El capitán Gaspar de
Villagrá[2], dio
fe de que el capitán Alonso Gómez de Montesinos era hombre de fiar y que
cumpliría fielmente con el encargo de buscar la mejor justicia para sus defendidos.
A través de un intérprete llamado
Juan, que era un indio bautizado, los indios fueron relatando su versión de lo
ocurrido en Acoma el 4 de diciembre. El primero en ser interrogado fue un
hombre llamado Caoma, que dijo que él no se encontraba en el pueblo aquel día.
Caoma contó que se enteró luego de lo que pasó, y que riñó a los indios que
habían sido responsables de aquello. También declaró que intentó que los indios
de Acoma se rindieran cuando lo pidió Vicente Zaldívar, pero que no fue
escuchado.
Tras Caoma, quien habló fue Cat
Ticati. Este hombre, que aseguró que era un indio de Acoma, les dijo que él no
presenció la muerte de Zaldívar y sus hombres. También dijo que cuando se les
pidió que se rindieran hubo muchos que quisieron hacerlo y otros que no.
Luego fue interrogado Taxio, quien
contó que él estaba en su casa cuando ocurrió todo. Escuchó un gran griterío y
que cuando subió a la azotea de su vivienda, vio como mataban a algunos
españoles y a otros los lanzaban, ya muertos, por el desfiladero. Taxio dijo
que fueron los más mayores del pueblo y los indios más fuertes los que no
quisieron hacer la paz con los españoles cuando les fue requerido por Zaldívar.
Fue Xunusta, el cuarto hombre que
declaró, quien dijo que la razón de la muerte de los españoles fue que ellos
mataron primero a un indio, lo que no enojó al resto, y que por ello les
atacaron. Ratificó que cuando les fue pedido que se rindieran hubo división
entre los indios, pero que al final, como no hubo acuerdo, se decidió no hacer
caso de los requerimientos de Vicente Zaldívar. Excasi, otro de los interrogados, dijo que la causa de la
riña fue una gallina que los españoles tomaron por la fuerza. Caucachi dijo que
los españoles habían herido primero a un indio.
10
de febrero de 1599. Santo Domingo, Nuevo México.
Ese día, el gobernador Juan de Oñate
comenzó a llamar a todos los testigos españoles que ya habían sido
interrogados. Todos se ratificaron. Ninguno cambio su versión. Ni Gaspar López
de Tabora, ni Manuel Francisco, ni Francisco Sánchez, ni Juan de Olague, ni
Asensio de Arechuleta. Ninguno se desdijo. Y también se ratificaron en lo
declarado los testigos de la defensa: Caoma, Cat Ticati, Taxio, Xunusta, Excasi
y Caucachi.
Por último, tomó la palabra el
defensor Alonso Gómez de Montesinos:
-Señor gobernador, por lenguas les he
hecho saber a los indios si tienen algún testigo de descargo, que señale
quienes fueron los que mataron a los españoles, para que con ellos se haga lo
que convenga. Me han dicho que no los tienen, que lo único que pueden decir en
su descargo es que muchos de ellos no son culpables por no hallarse presentes
al tiempo que mataron a los españoles ni ser sabedores del delito que los demás
cometieron. Por esto y como por lo que resulta de lo de las confesiones que
Vuestra Señoría tomó, algunos de los dichos indios se les deba de absolver y
dar por libres y dejarlos para que libremente se vayan por donde quisieren,
mandando que se les pague y restituya todo lo que les han hecho gastar por
haberlos traído presos. Pido y suplico lo haya por bien usando de clemencia con
los dichos indios, atento a ser bárbaros como son y pido justicia.
[1] Se trata de otro pueblo nativo,
rebautizado por Oñate como Santo Domingo, y adonde había trasladado su cuartel
general. Está también en el condado de Sandoval. Conserva su nombre español y
está a mitad de camino, prácticamente, entre Albuquerque y Santa Fe.
[2] Gaspar Pérez de Villagrá (1555-1620) fue
uno de los capitanes de Oñate en aquella expedición. Escribió, en verso, la Historia de la Nueva México , en
la que se relatan todos los hechos de la expedición, incluidos los sucesos de
Acoma. Curiosamente, no cita a Diego Núñez Chaves, cuya muerte allí el 4 de
diciembre de 1598 está más que contrastada.
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