domingo, 6 de diciembre de 2015

SE CELEBRÓ EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE "EL RABAZO"

Autor y editor en un momento del acto
          
Con la asistencia de casi cien personas, se realizó la presentación del libro Crónica Negra de Guadalcanal "El Rabazo", ayer sábado, en el emblemático edificio de la iglesia de Santa Ana.

     El autor fue acompañado por su esposa y sus dos hijas, así como numerosos familiares y amigos. Entre los asistentes se encontraba el alcalde Manuel Casaus, junto con los concelajes/as, Moisés Bernabé, Manuela Cortés, Esther Rivero, Cristina Omenat y Maribel Chaves.
Asistentes al acto en el momento de la presentación de Ignacio Gómez

Inició el acto, el editor y prologuista del libro Ignacio Gómez, realizando una semblanza del libro, que resumimos a continuación:

Subiendo hace un rato hasta esta iglesia de Santa Ana, me venía acordando de los libros que se habían publicado en Guadalcanal en los últimos años, y que todos ellos tenían algo en común. Hace poco más de dos meses, el joven Antonio José Sánchez presentó su libro “Así lo siento y así lo escribo”. Hará unos tres años, Rafael Rodríguez Jiménez “Pileta” escribió la historia de su familia “La Encajera”, con quien tuve el honor de colaborar. Andrés Mirón también poco antes de morir entregó a la imprenta su libro “Otoño en Benalixa” que había escrito en su casa de la calle Santa Ana. Y hoy estamos aquí para presentar el de mi amigo Manuel Barbancho Veloso, “El Rabazo”. Y que tienen en común estos escritores. Pues tienen en común, que todos son o han sido vecinos del barrio de Santa Ana. Así que esto me recuerda el dicho del vino que dicen los bebedores: “algo tendrá el vino cuando lo bendicen”. Eso digo yo de este barrio: “algo tendrá el barrio de Santa Ana, cuando existen tantos escritores”. También por la época que se desarrolla el libro que hoy presentamos, había otro poeta que también vivía frente al “Pilarito”: Rafael García Delgado, “Palote”, que con las letras de su murga, animaba el carnaval todos los años. Así que ahí dejo el tema para los estudiosos.
       Volviendo a lo que nos ha traído aquí esta mañana, quisiera realizar una pequeña semblanza, de este libro que vamos a presentarles.
Leer estas páginas que ha preparado mi amigo Manolo Barbancho, ha sido volver a esa historia de Guadalcanal, que aunque no la vivimos directamente, la llevamos en los genes heredados de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nuestros vecinos que nos precedieron en otras épocas. De las paredes encaladas, que año tras año han ido recibiendo esa nueva capa de cal blanca, que van formando una gruesa costra, que nos permitiría conocer el año en que se construyó la casa.
Ignacio Gómez durante su presentación
            
Uno inicia la lectura y van apareciendo esos personajes que no conocimos directamente, pero que a fuerza de oír la historia, sentimos que nos queda un vago recuerdo de ellos, aunque a la mayoría no llegamos a conocerlo.
            En la lectura de este libro vamos a ir encontrando palabras que tenemos olvidadas o que quizás ni llegamos a conocer, y que con la marcha de las personas y el paso del tiempo, se han perdido.
            Manuel Barbancho y sus padres, fueron una familia más de las que salieron de Guadalcanal en los años setenta del siglo pasado, para establecerse lejos de su pueblo, en este caso en Alcalá de Henares. Allí se casó, formó también su propia familia y montó un pequeño negocio, que le ha permitido vivir y criar a sus hijas.
            Como él ha puesto en el título del libro, efectivamente es una historia de la crónica negra de Guadalcanal y unos hechos tristes y lamentables, que afortunadamente no se han repetido.
            Manuel Barbancho nos va contando la historia de cómo sucedió todo, pero al propio tiempo nos va dando a conocer la forma en que se vivía en aquellos años, las penalidades que pasaban la mayoría de los vecinos del pueblo y las vicisitudes que ocurrieron durante los cuatro años que abarca la historia.
Aunque el personaje central –como no podía ser de otra forma- es El Rabazo, durante la lectura del libro van apareciendo nombres de personas y sucesos, que nos van introduciendo en el ambiente que va narrando. En ciertos momentos, creemos estar formando parte de los diferentes hechos que están viviendo los personajes. Esos momentos en la rebotica de Rogelio Vázquez, saboreando el anís Flor de la Sierra y tratando de encontrar la forma de ayudar a El Rabazo, junto con sus amigos Eusebio Márquez, el médico y Ricardo Marín, el secretario del Ayuntamiento. Vamos viendo las horas que el abogado Adolfo Rodríguez, dedica para intentar salvar la vida de Antonio Martínez, y van apareciendo todas las personas que intentan ayudarle.
Así, a veces estamos en el salón principal del Casino, con esas discusiones interminables sobre política, y otros asuntos locales, o formando parte de la cuadrilla de aceituneros que recogen la cosecha en la finca de la Burbana o segando en las proximidades de Hamapega. De pronto nos vemos bajando del tren en la estación de Sevilla y viéndola de nuevo como la conocimos y con ese olor tan característico que tenían todas las estaciones de ferrocarril.
Asistentes al acto. En primer lugar el autor y detrás sus hijas y esposa

El dolor dos mujeres, Mª Josefa Cortés, madre de Carolina y Pura Hernández, de El Rabazo, aparece una y otra vez en el transcurso de la historia, y vemos el sufrimiento de ambas mujeres por sus seres queridos, pero ambas unidas por ese dolor de la pérdida irreparable.
En todo momento Manuel Barbancho trata de dar una explicación a esta tragedia ocurrida entre vecinos de Guadalcanal, aquel día uno de junio de 1920, en la caseta ferroviaria que está junto a la estación de Cazalla de la Sierra. Hechos que vamos a vivir en primera persona, ya que el narrador de la historia está presente en cada momento de la misma.
Vamos a palpar el ambiente en la cárcel del Pópulo de Sevilla, donde El Rabazo pasó los últimos años de su vida. Conoceremos a otros presos y las múltiples visitas que recibe, para tratar de ayudarle.
Una parte importante del libro transcurre en este barrio de Santa Ana, porque aquí vivían las dos familias afectadas por los trágicos sucesos. El párroco de esta iglesia, Rafael Ordóñez Rivero, aparece una y otra vez, tratando de ayudar tanto a El Rabazo, como a su madre y a la familia de Carolina Merchán. En esta iglesia se celebrarán varias reuniones entre el párroco, el boticario, el médico y el secretario del Ayuntamiento, con el único objetivo de ayudar a las familias a sobrellevar la pesada carga de la tragedia que les ha tocado vivir.
Todo esto lo ha hecho Manuel Barbancho viviendo físicamente a más de quinientos kilómetros de Guadalcanal, pero mentalmente oyendo a su abuela en la cocina de su casa, contándole la historia de Rabazo, primo de su otra abuela Julia.
Manuel Barbancho me pidió que fuera su editor y prologuista de este libro, que con tanto cariño ha escrito, gustosamente así lo he hecho y espero que el resultado final merezca su aprobación.
Para realizar este trabajo, a mi vez, he recurrido a mis grandes amigos, Eleuterio Díaz López (autor del artículo que espoleó a Manuel Barbancho a escribir este libro), José Mª Álvarez Blanco y Plácido Cote Rivero, que han leído pacientemente los diferentes borradores que ha hecho posible que hoy tengan en sus manos este libro.
Sin más, les dejo con Manuel Barbancho Veloso y su libro de “El Rabazo”.
                 
Manuel Barbancho dirigiéndose al público asistente

     A continuación subió al estrado Manuel Barbancho que dirigió las siguientes palabras al auditorio.

Ante todo, muchas  gracias por haber asistido a  este evento.

Es para mí una gran alegría y un honor estar en este lugar al que me siento muy vinculado porque en torno a él, transcurrieron los primeros 20 años de mi vida.

Me quiero dirigir en primer lugar a mi buen amigo Ignacio que a fin de cuentas es quien ha pulido este trabajo que a ratos libres he ido hilvanando, tratando de hacer esta historia lo más amena posible, además de entretenida en su lectura.

Cuando allá por el año 2007 llegó a mis manos la revista de Ferias, descubrí en ella un extraordinario y laborioso trabajo por parte de Eleuterio Díaz (al cual no tenía el  gusto de conocer). Pero al ver de qué se trataba, dejé pendiente todos lo demás articulo y me puse a leer ese que trataba del Rabazo, “que  por cierto era primo hermano de mi abuela  Julia”.

Sobre este personaje, siempre hemos oído hablar despectivamente en Guadalcanal (y no era para menos) pero tras leer y releer el trabajo de Eleuterio, pasaron cosas por la mente de este entusiasmado lector,  que me llevaron a situarme en una posición menos despectiva y empecé a preguntarme el por qué de aquella trágica barbaridad.

Es tremendamente incomprensible entender como una persona que se había criado en este barrio y en torno a esta iglesia de Santa Ana, junto a otra, con la que ha compartido juegos, vivencias, fiestas y una gran amistad, haya podido llegar a cometer tan despiadado crimen contra ella.
Momento de la presentación de Manuel Marbancho
          
Tras meditar profundamente sobre este tema, intente retrotraerme  a aquellos tiempos  y ponerme en la situación de los protagonistas de tan triste tragedia. Cosa que no es nada fácil, porque las circunstancias que en aquella época se desarrollaban, son muy distintas a las que ahora todos los guadalcanalenses y todos los españoles disfrutamos.

El analfabetismo, la pobreza, las diferencias  sociales y  la ignorancia, eran caldo de cultivo para aquella España profunda que trataba de salir del gran atolladero del 98. Pero que cada vez se hundía mas en la miseria, sin saber aprovechar los beneficios que a nuestro país le trajo la hecatombe de la gran guerra.

También, inmersos en aquella guerra de África  (que no acababa nunca) y en donde los  hijos de los pobres luchaban dejándose la vida en las tierras de Marruecos, mientras los ricos podían permitirse el lujo de pagar, para no estar presente en ella.

Luchas sociales por doquier; en donde patronos y trabajadores se enfrentaban violentamente provocando un terrorismo desmesurado por parte de violentos extremos. Una oligarquía caciquil que lo dominaba todo. Pobreza extrema, frente a lujos desmesurados. Este era  el pan nuestro de cada día en aquella España atrasada y tercermundista de aquellos años.

Seguro que todo esto hacía muy difícil la vida en Guadalcanal. Pero eso no quita, ni disculpa, que el crimen cometido en la casilla número 91 de la línea férrea entre Sevilla y Mérida, sea motivo para justificarlo. Ahora bien, sí nos sirve para situarnos en aquel entorno y poder entender de la mejor manera posible, la situación social en la que se desenvuelven los protagonistas de esta novela.

Con todos estos argumentos me senté delante del teclado de mi ordenador y poniendo en marcha   mi imaginación he tratado de llevar a cabo una extensa redacción de como aquellos acontecimientos se produjeron.

Con la inestimable ayuda del gran articulo de Eleuterio, las hemerotecas virtuales que proporcionan las nuevas tecnologías y la información recibida por parte muchos de nuestros mayores, que de una forma sesgada por el tiempo, han mantenido el recuerdo de los hechos. Con todo ello he realizado este libro, con el fin de que de alguna manera  se incorpore a  la historia de nuestro pueblo y ocupe  un humilde lugar en el estante de cada uno de sus habitantes.

En ningún momento he pretendido ofender a nadie en las narraciones a las que hago referencia. Todo lo contrario, mi intención ha sido guardar un escrupuloso respeto ante los personajes que de alguna forma podrían ser protagonistas negativos, creando nombres  ficticios solo para dar un cierto interés al argumento.

Por el contrario, sí que he querido destacar a aquellos que de alguna forma, marcaron hito en la historia de nuestro pueblo y dejaron un hondo recuerdo en la memoria de todos cuanto los conocieron.

Puede llamar a engaño la mezcla en esta novela de personajes reales y ficticios, pero entiendo  que es la mejor forma de contar una historia que tras el paso de los años, ha podido quedar  huérfana  de la realidad social de la época, en que se produjeron estos hechos.

No es que en este libro yo quiera reflejar  la autenticidad de los hechos acaecidos, solamente he quiero hacer ver al lector; (basándome en documentos históricos) como estos podrían haber sucedidos, haciendo solamente una recreación  del tema.

No solo he querido en mi novela recrear el crimen de Antonio Martínez Hernández, también he tratado de narrar anécdotas propias de nuestro pueblo, recorrer sus calles con los nombres que en aquellos tiempos tenían, desnudar el interior de sus casas, de sus iglesias, de sus cortijos.  Recordar usos y costumbres, que con el paso de los años ya desaparecieron, pero que aun quedan perennes en el recuerdo de muchos de nuestros mayores.

No hay, ni ha sido mi intención de que lo hubiera, ningún atisbo de rencor hacia nadie a la hora de exponer mis argumentos. Siempre he querido dejar claro que lo que en ellos se relatan son hecho consumados, pero  de ninguna forma intención de  juzgarlos y mucho menos condenarlos.
Porque tanto en la memoria de las victimas como en la del verdugo, solo puede haber compasión, de distinta forma, pero compasión.

Nadie  de los de antaño y mucho menos nosotros, podemos imaginar lo que por la mente de Antonio Martínez Hernández pudo pasar aquella mañana de primavera. Solo sabemos que una tremenda desgracia tuvo  lugar  a la que no se le pudo poner remedio, porque la muerte ya no se puede remediar.

El por qué, nunca lo sabremos, el cómo nos lo imaginamos,  yo así lo veo en esta novela que he escrito nada más que para recrear unos hechos que acaecieron en nuestro pueblo hace casi un siglo.

Quiero volver a poner de manifiesto que todos los personajes de los que hablo en esta novela, han sido tratados con el más exquisito respeto por mi parte y en todo momento mi intención ha sido salvaguardar la memoria de cada uno de ellos.

Como podrán ver ustedes en la cabecera del libro, hablo de que los hechos que en él se narran, pueden coincidir en muy alto grado con la realidad, pero son pura ficción, ya que he dejado  volar mi imaginación tratando de meterme en una sociedad muy distinta a la que hoy vivimos y de la que el recuerdo histórico nos hace ver las cosas desde distintos puntos de vista.

Si algo he querido demostrar en este trabajo, es la parte humana de una sociedad como la de los primeros años del siglo pasado, en que a pesar de las tremendas vicisitudes en  que la mayoría de la gente estaba inmersa, dominaba una gran humanidad entre personas de muy distinto rango y condición.

Las madres de Carolina y de Antonio, (Pura y María Josefa), don Rogelio (el boticario), don Rafael (párroco de esta iglesia), los guardias civiles: José Rebollo y Juan Piñero. El abogado Adolfo Rodríguez Jurado y su padre. Beatriz (esposa del Rabazo), José Romero (esposo y padre de las victimas), Ricardo Marín (secretario del ayuntamiento), José Castelló (Alcalde de Guadalcanal) y mis abuelas Pepa y Julia. Todos ellos personajes reales de esta historia, fueron testigos directos de los acontecimientos y en todos ellos se puso de manifiesto la comprensión y el consuelo, que las dos familias implicadas recibieron. Destacando entre ellos las del abogado defensor y su padre, así como la del boticario, el cura y el médico, que pusieron todo el interés posible para que aquella pena de muerte nuca se llevara a cabo.

Tuvieron incluso la osadía (el padre del abogado y el Alcalde de Sevilla) de plantarse ante las autoridades del directorio militar, presidido por Primo de Rivera, para pedir clemencia tanto a él, como al Rey. Pero su ruego  resultó inútil y el Rabazo sucumbió en el patíbulo de la forma mas cruel que pueda ejercer la justicia: “A garrote vil”. Pero dejaron la semilla sembrada para que los que  aún luchan contra la pena de muerte, tengan por bandera la labor de esto dos hombres y muchos otros personajes realizaron.
Autoridades y amigos con Manuel Barbancho

Nada más ejemplarizante que la labor  de estas personas, así como la de la gente corriente de este barrio de Santa Ana y de toda Guadalcanal que supieron estar al lado de los que sufrían.

El dolor de aquellas dos madres  me imagino sería tremendo pero nunca el odio entre ambas se puso de manifiesto. En el dolorido corazón de María Josefa solo resaltaba las figuras de su hija Carolina y sus nietas Antonia y Carmen. Mientras que en el de Pura, el desasosiego de la espera a que el ajusticiamiento de su hijo llegara, era cada vez mas desesperante al mismo tiempo que comprensible ante el tremendo crimen que su hijo cometiera, pero nunca hubo reproches entre aquellas dos victimas de tan incomprensible barbarie.
 
Así me lo contaba mi tío José Hernández, único testigo presencial que yo conocí. Era el monaguillo del que se habla en la novela.

Tanto María Josefa como Pura, nunca dejaron de hablarse, se consolaban la una a la otra y el día que celebraron el funeral por El Rabazo, al terminar éste, las dos se abrazaron inmersas en un mar de lagrimas. Parece que las estoy viendo.

Así lo contaba el tito Joseito, como le decíamos cariñosamente la familia.

Para terminar quiero dejar claro que en este libro está escrito con el corazón y sin interés de ningún tipo. Solo he tratado a mí entender de representar de alguna forma como ocurrieron estos hechos tan graves que figuran en la historia negra de este pueblo, en que vi la luz por primera vez y del que nunca a pesar de los años que llevo fuera,  he dejado de acordarme ningún día.

Espero que este libro sea del agrado de todos ustedes y vuelvo a reiterar mi agradecimiento a Ignacio Gómez Galván por la estupenda labor que ha hecho en este trabajo.

Muchas gracias a todos.
Manuel Barbancho e Ignacio Gómez durante el coloquio

     Finalizadas las palabras de Manuel Barbancho se realizó un coloquio, con preguntas de algunos de los asistentes al autor, sobre personajes del libro.
Manuel Casaus felicita al autor del libro

     Por último, el alcalde Manuel Casaus subió al estrado y agradeció a autor y editor el trabajo realizado para dar a conocer parte de la historia de Guadalcanal, entregando a ambos un regalo de recuerdo.

          La mayoría de los asistentes compró el libro y después solicitó al autor su autógrafo, para recordar este día.
El autor en el momento de la firma de un ejemplar al Alcalde
Asistentes al acto a la espera de la firma del autor
          Las fotografías de esta noticia han sido realizadas por Moisés Bernabé, Úrsula Gómez, Virgina y Marta Barbancho y Carlos Lizana.

         Para los que estén interesados en adquirir el libro, podrán hacerlo a partir del miércoles en los siguientes puntos: Electrovira Regalos, en la calle Antonio Porras. Papelería-Librería Luisa Mejias, calle Santiago, 2; Multiprecios Los Enanitos, calle Muñoz Torrado, 1; Casa López, Muñoz Torrado, 1A; Josabel Tejidos, calle Mesones. También pueden comprarlo en la calle San Sebastián, 22, domicilio del editor.